Con mucho interés, como siempre, he leído el excelente artículo de Don Rafael sobre el trato informativo que recibieron las elecciones venezolanas en los medios pertenecientes al grupo PRISA (aunque Don Rafa haya citado El País en particular, pero voy a generalizar ya que todos los medios pertenecientes a dicho grupo han dado el mismo trato a la noticia).
A priori, he de decir que en mi opinión no le falta razón en el sentido de que los resultados de dichas elecciones no pueden de ninguna manera tener una lectura negativa para el Chavismo sino todo lo contrario, en eso estoy de acuerdo, pero (de no haber un “pero” no estaría escribiendo un artículo para comentar el tema) discrepo profundamente sobre la idea de que la izquierda tenga que estar, por definición, al lado de Chavez y lo que representa, o mejor dicho, no estoy de acuerdo con que sea “poco de izquierdas” discrepar o estar en contra de Chavez, y no traro de justificar el análisis de El País sobre la noticia, sino que trato de situarme en algún lugar en referencia al caso.
A mí personalmente no me gusta Hugo Chavez, no me gusta como persona, ni me gusta lo que representa (ya que no creo que representa a la izquiera de verdad, esa en la que creemos Don Rafa y yo como sistema político, social y económico) y me recuerda peligrosamente a los abanderados del socialismo árabe de los años 70, esos que son responsables en gran parte de la islamización radical de todas las sociedades que fracasaron en conducir hacia el progreso.
Creo que Chavez es un populista barato, y que sus “medidas socialistas” no son mas que parches baratos como sus discursos, porque a la hora de la verdad no hace mas que jugar demagógicamente con su posición en el mapa petrolero del mundo, y dicho mapa es el paradigma del capitalismo mas rancio y asqueroso que puede existir, y no hizo nada para cambiarlo sino todo lo contrario, se siente muy cómodo en el mundo del chantaje energético y la especulación inhumana y salvaje. Es el niño caprichoso de
Chavez tuvo la suerte de que la historia lo puso al frente de un clamor popular en su país, y se convirtió en el estandarte de un movimiento popular que busca el cambio en términos progresistas, y no creo que lo merezca ni creo que tenga la mínima preparación ideológica y política para ser lo que es, lo cual, según mi entender, lo convierte en el primer enemigo de la izquierda latinoamericana, ya que su fracaso tendría graves consecuencias en términos de desilusión popular, y la llegada al poder del primer mafioso o narcotraficante que sepa jugar con la demagogia.
Tengo el convencimiento de que los pueblos desilusionados viajan entre extremos, y ya he citado el primer ejemplo, que era el socialismo árabe de décadas anteriores. En aquellos tiempos, allá por la era Nasser, las sociedades árabes caminaban con paso firme hacia una modernidad prometedora, pero por circunstancias varias dichos movimientos populares admirables fueron encabezados por unos inútiles tipo Chavez (gente como el mismo Nasser, Gadafi, Saddam Hussein, etc..) que se dedicaron a largar discursos y darse baños de multitudes y nada mas, lo cual tuvo consecuencias fatales, pues la inutilidad de dichos mandatarios, sumando la mano imperialista que financió y ayudó al mas rancio reaccionarismo árabe llevaron a que un discurso islamista radical en contra de la ideología que decían representar los arriba citados condujo a un rechazo profundo de la gente a la izquierda porque se sintieron defraudados por aquellos que prometieron progreso y modernidad y justicia social y económica y sólo dieron discursos fogosos, y las consecuencias duran hasta hoy, y durarán muchos años mas, por desgracia.
Sin ir mas lejos, me sirve de ejemplo también el hecho de que errores garrafales de mandatarios que representaban “teóricamente” al socialismo español llevaran a que un sujeto como Aznar llegara a lograr gobernar en uno de lo países mas progresistas de Europa, incluso con mayoría absoluta, y estaría de acuerdo en que dicho ejemplo simplifica mucho lo que ocurrió, pero creo que no siempre lo simple es malo.
El último referéndum que Chavez no logró ganar me pareció de aquella una gran oportunidad de corregir el rumbo, pero parece que lo de aprender de lo errores no es una costumbre muy querida por algunos.
La ilusión de la gente es un arma de doble filo, y no se le puede exigir al pueblo votos de fe toda la vida, y por eso, y por el bien de la izquierda latinoamericana, que promete mucho e ilusiona como nunca antes había ilusionado, no sólo en Latinoamérica sino en todas las regiones del tercer mundo que podrían ver en ella un modelo a seguir, espero que pase algo que enderece lo que, a mi simple vista, es un crimen contra la izquierdo, en nombre de la izquierda.