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11.6.13

Aquel 10 de junio..

Hafez Al-Asad, el tirano padre
 Hace ya 13 años que Siria vio como el “líder hasta la eternidad”, como nos obligaban a gritar en el colegio todas las mañanas antes de clase, también era mortal, un hecho poco fácil de asimilar para cuatro generaciones de sirios que no conocieron otro presidente que no fuera Hafez Al-Asad, y del que solo escuchaban maravillas sobrehumanas en la televisión y el colegio.Aquel 10 de junio fue el día de la intervención de la naturaleza en un proceso que empezó al menos década y pico antes: la sucesión en el Reino del Silencio.
A diferencia de otros tiranos árabes, los hijos de Hafez Al-Asad no estuvieron expuestos a la vida pública durante su infancia y temprana juventud. Este dato concuerda con la poca afición de su padre a aparecer en público; Hafez Al-Asad hablaba en público lo justo, y solo cuando el protocolo lo hacía necesario. Aun así, es uno de los tiranos que más ha ocupado el espacio público del país que gobernó. Las fotos de Hafez estaban en todas las paredes, sus cada vez más grandes estatuas estaban en las plazas de todo pueblo, y su nombre se escuchaba en por todo el país aun cuando no se habla de política: Hospital Al-Asad, Biblioteca Al-Asad, etc.. Incluso la red de escuelas coránicas del país tenía el nombre del líder que presumía de “laico”.

De las pocas imagenes públicas de los Asad, a finales de los 80
Hafez estaba en todos lados, como sus espías, pero al mismo tiempo estaba ausente. Solo aparecía muy de vez en cuando para contar lo pronto que llegará la liberación de los Altos del Golán y de Palestina, de lo bien que va la lucha contra el imperialismo, y de que la unidad árabe está más cerca. Los asuntos internos del país, ya sea la política (inexistente), la economía o la administración eran temas menores en los que el “líder padre”, como también era denominado Hafez, no perdía su valioso tiempo.

Basel Al-Asad
En este contexto de manejo de imagen, era obvio que la irrupción abusiva en la esfera pública del joven Basel, primogénito del caudillo sirio, tenía connotaciones políticas: Era el heredero. Basel era presentado como un brillante oficial del Ejército y un deportista invencible en el campo de la equitación. Era el campeón de Siria todos lo años, y sus competiciones eran televisadas por la única cadena estatal. El único año que Basel no logró ganar el título sirio la televisión se apresuró en emitir como los veterinarios estaban administrando inyecciones a su caballo .. nos querían decir que el hijo del presidente no ganó porque su caballo estaba enfermo. Entre los años 1987 y 1993 se extendieron los clubes estatales de hípica por todas las provincia. Todos, por supuesto, tenían el nombre de Basel Al-Asad. Aparte, se inauguró en la provincia costera de Latakia un macro festival anual llamado “festival de la fraternidad y la paz”, con Basel como patrón y anfitrión, en el que todos los años se daban cita las grandes figuras de la música árabe. El festival contaba también con competiciones deportivas y un torneo de hípica en el que, por supuesto, siempre ganaba Basel. 


(Basel Al-Asad inaugurando los Juegos del Mediterráneo en Latakia- 1987)

En la que puede considerarse como la única derrota de la ambición política de Hafez Al-Asad, Basel murió a finales de enero de 1994 en un accidente de tráfico. En su lujoso y majestuoso funeral apareció un asustado, alto y delgado chico al lado del caudillo. Esta era la primera vez que Bashar Al-Asad aparecía a gran escala. El segundo hijo de Hafez Al-Asad era médico, y preparaba su especialidad en Reino Unido alejado y aislado de las intrigas del poder. Aquella fue también la primera vez que alguien encontró similitudes ente la vida de la familia Asad y el guión de El Padrino, un chascarrillo que fue ganando gracia a medida que se acumulaban las coincidencias y que acabó siendo muy pesado de digerir de tanto usarlo en prensa internacional.

Bashar, de gris, a la izquiera de su padre en el funeral de Basel
 Tras la muerte de Basel, Bashar volvió definitivamente a Siria y fue ocupando el lugar público que dejó su hermano, pero con cambios de perfil mediático que no solo respondían a las diferentes personalidades de los hermanos sino que también servían a los cambios de planes políticos del caudillo; a finales de los 80, con la intifada palestina en marcha y las relaciones tensas con EEUU e Israel la situación exigía un perfil militar de firmeza, determinación y fuerza, que era el perfil que presentaba Basel, pero en 1994, con las relaciones con EEUU en su mejor momento desde hace décadas tras la participación de Asad en la coalición internacional que sacó a Saddam Hussein de Kuwait en 1991 a cambio de poderes para finiquitar la guerra civil libanesa a favor del régimen sirio, y con el lenguaje belicista contra Israel sustituido por la paz como “opción estratégica” según definición de Al-Asad padre, el contexto exigía una cara más moderada, con poco discurso ideológico y mucha imagen de modernidad, aperturismo y “de campechano”. Al mismo tiempo que el eslogan “Hafez es nuestro líder, Basel es nuestra inspiración, y Bashar es nuestra esperanza” iba colonizando el secuestrado espacio público de todo el país, Bashar era presentado como un aficionado a la fotografía y las nuevas tecnologías que lo mismo aparecía sin escoltas visibles para ver una función de teatro en Aleppo que se paseaba por el Damasco antiguo antes de cenar en uno de sus conocidos restaurantes. A su imagen y semejanza se creó la Asociación Científica Informática de Siria, un ente que prodigaba su voluntad de promocionar las nuevas tecnologías de comunicación que daba una imagen rompedora con la asfixiante censura existente en el país tanto en las comunicaciones interpersonales como en los medios masivos, exclusivamente estatales. Comenzaba el mantra:”El padre es un militar chapado a la antigua, pero Bashar es diferente.. es aperturista y moderado, y su vida en occidente la ha dado una visión de las cosas muy alejada de la ortodoxia militarista Baathista”, un mantra que no solo circulaba por Siria sino que era repetido obsesivamente en muchos medios árabes y occidentales, sobre todo cuando Bashar viajaba fuera del país para ser recibido en muchos países, tanto árabes como europeos, con honores de Estado pese a que, oficialmente, solo era un oficial de medio rango y presidente de una asociación informática.

Bashar Al-Asad recibiendo el pésame deAlbright

Ya a finales de los 90, y coincidiendo con el fallecimiento de los monarcas de Jordania y Marruecos, la administración Clinton no ocultaba su entusiasmo por una segunda generación de dirigentes árabes que decía que serían modernos, más familiarizados con occidente y menos influenciados por la lógica política árabe de mediados de siglo pasado. Bashar era citado como ejemplo junto a Mohammed VI de Marruecos y Abdallah II de Jordania pese a que Siria, oficialmente, era una República y no una monarquía con príncipes herederos. Nadie lo dudaba ni intentaba disimular su certeza.. estaba pactado y acordado en el plano internacional: Era el heredero. Así quedó plasmado el 13 de junio del 2000 durante la asistencia de Madeleine Albright al funeral de Hafez Al- Asad, cuando presentó las condolencias oficiales a Bashar Al-Asad, en lugar de seguir el protocolo presentándolas al vicepresidente, y alabó la “transición tranquila de poderes” solo tres días después de uno de los días más vergonzosos de la historia de Siria, cuando se reunió la Asamblea del Pueblo (el supuesto parlamento, formado por miembros del Baath y partidos afines, burócratas y líderes tribales y religiosos) de urgencia a la hora de anunciar la muerte de Hafez Al-Asad y aprobó, por unanimidad, en escasos minutos, y entre ridículas competiciones entre los “parlamentarios” para salir más lloroso y triste en la tele, el cambio de la edad mínima que marca la constitución para el presidente de 40 a 34 años, que era la edad de Bashar en aquel momento, y el ascenso de este 6 rangos militares de golpe para nombrarlo Capitán General del Ejército y Fuerzas Armadas.


(ِEl ministro de asuntos religiosos anuncia la muerte de Asad padre en TV estatal, luego retransmisión desde la Asamblea del Pubelo

A nadie le interesó la voluntad de los sirios más allá de un ridículo “referéndum” que no era más que un festival de exaltación de la lealtad por parte del Ejército y las instituciones del Estado, y la movilización política era imposible en aquel momento con una oposición liquidada que, tras 3 décadas de clandestinidad, cárcel, ejecuciones y exilio solo le quedaba apostar, entre el entusiasmo de algunos y el pesimismo de otros, por que el heredero necesitará hacer algún gesto aperturista en lo político para acabar de darle forma a las facturas internacionales pagadas por su padre a cambio del apoyo a la sucesión. Esta “apertura” llegó en la ridícula forma de un discurso de investidura plagado de promesas inconcretas de cambio, habladurías sobre cambiar la “vieja guardia” por nuevas caras y el permiso oral para que los opositores e intelectuales se reúnan en recintos privados a debatir, con aforo controlado y sin tocar un montón de líneas rojas, sobre temas culturales y políticos, este breve periodo de cierto respiro fue bautizado como Primavera de Damasco. Duró un año y medio, y a mediados de 2001 volvieron las acusaciones de “traición” a los opositores, y la práctica totalidad de los opositores de la Primavera de Damasco, incluidos aquellos optimistas con la nueva era, volvió a poblar las cárceles.

El resto de la historia: 11 años de neotiranía, luego 100 mil muertos, millones de desplazados internos y externos, y Siria convertida en un solar posapocalíptico bajo el eslogan favorito de los soldados del Ejército y los matones de las milicias afines al régimen:”O Al-Asad, o os quemamos el país”.
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30.5.13

Siria: las raíces

Texto publicado en el periódico boliviano La Razón. El encabezado, con el que estoy completamente en desacuerdo, ha sido añadido por los editores.  
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De color rojo sangre... Así es como se ven tanto el presente como el futuro, inmediato y lejano, de Siria. El país vive una turbulencia continua de dolor y sacrificio desde los primeros momentos del levantamiento popular contra la dictadura de Bashar al Asad, a mediados de marzo de 2011, y hoy, más de dos años después, hay que hablar de unos 100.000 fallecidos, dos millones largos de desplazados internos y externos, decenas de aldeas y barrios arrasados por efecto de la artillería y los bombardeos aéreos. En definitiva, un país hecho trizas ante la completa pasividad de la comunidad internacional. 

Es cierto que ningún conocedor del escenario sirio podía no prever una respuesta tan brutal por parte del régimen a un levantamiento popular que comenzó siendo pacífico y que más tarde fue armándose gradualmente como respuesta a la violencia extrema de los aparatos de represión oficiales, pero es muy difícil creer que alguien se imaginaba que se llegaría a un grado de sed destructora suicida para el propio gobierno. 

La trayectoria del sistema de los Asad —desde su momento fundacional en otoño de 1970 a raíz de un golpe de Estado lanzado por Hafez al Asad, por aquel entonces ministro de Defensa, contra sus propios compañeros del partido Baaz— es la historia de uno de los regímenes más brutos y despiadados de aquella zona del mundo. La Siria de Asad padre fue un férreo estado policial desde el minuto uno, pero la contundencia militar contra el levantamiento de los Hermanos Musulmanes, a principios de la década de los 80, fue la oportunidad dorada para acabar de aplastar todo tipo de disidencia en el país, ya sea con cárcel, exilio forzoso o incluso el asesinato. A partir de ahí, el culto obsesivamente forzoso al líder se convirtió en una suerte de religión oficial que contaba con su “policía de la moral”, formada por cuatro principales aparatos de seguridad del Estado que no escatimaban en medios y métodos para ejercer todo tipo de brutalidad real o simbólica. Los espacios públicos eran plazas para todo tipo de estatuas y fotos del líder, y el lenguaje público era el de la obediencia absoluta a sus órdenes. Por supuesto, ni hablar de política, y la cultura permitida era la más alejada del tratamiento de los asuntos “mundanos”, o bien expresiones artísticas de admiración y amor al “constructor de la nueva Siria”. 

Ante este panorama, tan brutalmente amansado en el interior como cómplice absoluto desde el exterior, Hafez al Asad decide dejar de lado el disfraz republicano de su tiranía y prepara a Basel, su hijo primogénito, como sucesor en la cabeza del régimen, pero un accidente de tráfico a principios de 1994 acaba con la vida del heredero y obliga a traer de vuelta desde Londres a Bashar, el prácticamente desconocido segundo hijo del tirano, que se encontraba en Reino Unido estudiando la especialidad de Oftalmología. El heredero fue reconocido enseguida internacionalmente y visitaba diversos países árabes y europeos recibiendo honores de Jefe de Estado con su padre todavía con vida. La transición tras la muerte de Asad padre, en junio de 2000, fue, gracias a esa complicidad internacional con los planes de pasar un país entero como herencia, insultantemente fácil para Bashar al Asad, que aquella vez sólo contaba con 34 años. 

No faltaron las promesas de apertura política y las palabras bonitas sobre el horizonte democrático de Siria en la toma de posesión del heredero, pero esas palabras pronto se las llevó el viento a la cárcel; volvió la represión y el ahogamiento del espacio público con mensaje y lenguaje de adoración a padre e hijo, y lo único que cambió en el comportamiento fue en la argumentación de la tiranía en el mensaje público del régimen, desde el panarabismo a un eje “resistente” con Irán y sus aliados regionales, pero el cambio más profundo sería otro. 

La tiranía de Hafez al Asad cargó a Siria con una estructura de Estado anquilosada y corrupta, con el empleo público como método para ejercer una labor social de Estado muy mermada por la corrupción y la pésima administración. La era de Bashar al Asad fue, claramente, el momento en que los hijos recojan lo que los padres sembraron. Así, y con sumo descaro, aparecieron decenas de hijos de altos cargos jugando el rol de “jóvenes emprendedores” con los bolsillos llenos, y el Estado se convirtió en mero legislador de monopolios de facto que se fueron repartiendo. El caso más sangrante es el de Rami Makhlouf, primo del actual Presidente e hijo de un oficial muy mimado por la familia presidencial en su tiempo. Makhlouf presumió en repetidas ocasiones de que controlaba, directa o indirectamente, el 60% de la economía nacional. Todo esto en un Estado que seguía definiéndose cínicamente como “socialista”. 

Este aperturismo económico, plagado de privatizaciones encubiertas a medida de los clanes del régimen, junto con el esfuerzo de acabar con la, ya de por sí mermada, función social del Estado —ya sea quitando subvenciones a los precios de materias básicas como cerrando cada vez más la puerta del empleo público—  empobreció aun más a la población, y a marchas forzadas, los porcentajes de paro (sobre todo juvenil) se dispararon, y la masa popular bajo los umbrales de pobreza iba creciendo más y más cada año. Las infraviviendas en Siria crecieron el 220% en apenas una década, llevando a que más de la mitad de los sirios viva en barrios “ilegales” en los cinturones de pobreza de las grandes ciudades.

Como si no fuera poco, una ola de sequía, unida a la pésima política agraria llevada a cabo por el Estado, condenó al éxodo económico a cientos de miles de habitantes de la zona noreste de Siria, que pasaron a engordar los cinturones de pobreza alrededor de Damasco y Alepo. Fue el anticipo del gran éxodo que hoy vivimos.

Con esta situación, con una tiranía absolutista en lo político, y un expolio a favor de los clanes del poder en lo económico, y un empobrecimiento de crecimiento cancerígeno en los social, llegó el levantamiento popular tunecino en los últimos días de 2010, que fue el pistoletazo de salida para las revueltas árabes que todavía continúan. El régimen, entonces, se sentía seguro gracias a su poder de represión y su reciente victoria política en el Líbano, el país vecino convertido en tablero regional de ajedrez, y por ello se permitió actos muy provocadores como la detención de varios adolescentes en Deraa por escribir en las paredes eslóganes del levantamiento egipcio, o mandar de decenas de matones a darle una paliza a familiares de presos políticos que se concentraron ante el Ministerio del Interior intentando entregar un escrito que exigía más derechos para los suyos. Ni en las peores pesadillas del régimen se podía imaginar que Siria dejaría de ser, en pocas semanas, un Reino del Silencio, tal como profetizó el histórico líder opositor Riad al Turk a principios de 2011.

Así fue el comienzo de una revuelta popular y la pataleta final de una tiranía.. ambas siguen luchando encarnizadamente a vida o muerte.
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23.3.13

El arte de la supervivencia

Encuentro con un artista excéntrico de Douma, la ciudad liberada de la periferia de Damasco. El chico utiliza los restos de obuses lanzados contra la ciudad para fabricar diferentes utensilios.


16.2.13

Hussein Ghrer, o el cielo que no se viene abajo

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 El último tuit de Hussein Ghrer es del 16 de febrero de 2012, y trata sobre una pancarta de apoyo al régimen que se encontró en una plaza del centro de Damasco, y que decía: “Mientras Bashar (Al-Asad) esté bien, el mundo irá bien”. En ese mismo día en el que el mundo iba bien, Hussein, junto a otros doce compañeros, fueron detenidos en el asalto de lasfuerzas de seguridad a la sede del Centro Sirio de Comunicación y Libertad de Expresión. No era la primera vez que Hussein visitaba los calabozos de los aparatos de represión del tirano; en otoño de 2011 ya había pasado largas semanas detenido.

Hussein Ghrer, ingeniero informático de 33 años, esposo de Mais y padre de Ward y de Zein, es uno de los blogueros sirios más veteranos, y también es uno de los más conocidos. Antes de la revolución, cuando todavía no era fácil encontrar blogueros residentes dentro del país que atravesasen las líneas rojas y las barreras de miedo para tratar temas de interés público, ya sean de política o de sociedad, Hussein era un activo fijo en todos estos campos, ya sea para pedir la liberación de los presos políticos, o para expresar la solidaridad con el pueblo palestino durante los sucesivos ataques israelíes contra Gaza, o para expresar posturas progresistas en los temas del endurecimiento del Código Penal sirio en referencia a los mal llamados “Crímenes de Honor” o sobre el derecho a la nacionalidad siria para los hijos de madre siria y padre extranjero. Hussein siempre habla claro y de manera firme. No pierde mucho el tiempo en intentar agradar con la expresión de su credo, pero eso no impide que sea uno de los tipos más dialogantes y sosegados en el intercambio de ideas que haya visto en toda mi vida.

Semanas después de la detención colectiva, la mayoría de los detenido fueron liberados con cargos, quedando solo Hussein y otros cuatro compañeros. Las condiciones eran duras, ya que se les sometió a aislamiento total, y toda visita o asistencia jurídica y médica quedó prohibida. Hubo que esperar diez largos meses hasta que se les permitiese recibir la visita de los familiares, y fue en esta primera visita cuando Hussein recibió la noticia del fallecimiento de Mustafa Karman, esposo de su hermana Maha y uno de los activistas relevantes en el barrio de Bustan Al-Qasr en Aleppo. Mustafa falleció el 16 de noviembre pasado víctima de los obuses que cayeron en el barrio mientras se estaba celebrando una de sus conocidas concentraciones. Era el día que Hussein Ghrer cumplía 9 meses en la cárcel, y también era el día en el que se cumplían 43 años del ascenso al poder de Hafez Al-Asad, padre del actual cabeza del régimen, mediante un golpe de Estado contra sus propios compañeros del partido Baaz. Hussein le redactó una emotiva carta de condolencia a su hermana, y ésta no dudó en compartir sus palabras en las redes sociales; Hussein le prometía que seguiría el camino por lograr todo lo que su cuñado soñó en alcanzar.

No sabemos si a Hussein y los demás compañeros que todavía están detenidos les llegó la noticia del fallecimiento de Aiham Ghazzoul, el médico de 26 años que colaboraba con el Centro. Aiham había sido detenido con sus compañeros aquel 16 de febrero, y había sido liberado semanas después junto con parte de los detenidos, pero más adelante volvió a los calabozos. Su familia supo que había fallecido hace semanas bajo tortura, y su cuerpo sigue “secuestrado” en la morgue de un hospital. Así es la Siria en la que Bashar Al-Asad está bien.

Puede que Hussein Ghrer en libertad no signifique que el mundo vaya bien, pero eso asegura que habrá alguien luchando sin descanso para que Siria sea un país dónde haya más justicia y libertad. Hussein y sus compañeros son un ejemplo de a qué se refería Faraj Bayrakdar, el conocido poeta sirio que sufrió década y media los calabozos del tirano padre, cuando dijo que un único pájaro volando es suficiente para impedir que el cielo se venga abajo..



6.2.13

Mortero

Cortometraje con imagenes de los momentos previos al impacto de un mortero en la calle dónde se celebraban, el 16 de noviembre pasado, las manifestaciones de Bustán Al- Qasr, en Aleppo. En esta agresión del Ejército fallecieron 6 jovenes, uno de ellos un amigo: Mustafa Karman, que era cuñado de Hussein Ghrer; otro amigo que el 16 de este mes cumplirá un año desaparecido en las cárceles del tirano.


4.2.13

Libro de familia


Al igual que la mayoría de las decisiones gubernamentales en Siria, la clausura, hace unos 6 años, de la granja “Al-Raed”, una explotación estatal de ganado vacuno situada a pocos kilómetros al norte de la ciudad de Raqqa, no parecía tener ninguna lógica; sus números no eran malos, e incluso presentaba mejores resultados que la mayoría de las explotaciones similares repartidas por las provincias de Siria. La sucesión de decisiones absurdas continuó con el decreto de cederle las instalaciones de la granja y los terrenos circundantes al ministerio de defensa y convertir el enclave en el campamento de la División 17 de infantería del Ejército sirio. En una provincia cuya superficie casi dobla la del Líbano resulta que no encontraron otro sitio u otra opción para el destacamento militar que no sea liquidar la explotación vacuna. El chiste para los pocos graciosos atrevidos de la ciudad estaba hecho: el gobierno se llevó las vacas para traerse a los toros a su lugar.

La comparación resultó enormemente injusta para los toros..

A mediodía del 26 de diciembre pasado, la artillería situada en el campamento de la División 17 bombardeó Al-Qahtaniyya, una aldea situada dentro de una cooperativa agrícola cercana al campamento militar. Los obuses cayeron directamente sobre las casas matando a más de 20 personas, la mitad de ellos eran niños. No era la primera vez que funcionaba la artillería de la División 17, al lado de cuyo destacamento pasa la carretera que une Raqqa con Tal Abiad, la localidad situada, a unos 80 kilómetros, al lado de la frontera con Turquía y que hace meses que está “liberada” (fuera del control del régimen), pero era la primera vez que atacaba una zona residencial con tanta fuerza. Algunos heridos llegaron a los hospitales de Raqqa en carros, o incluso caminando; la durísima escasez de combustible jugó aliándose con el bombardeo contra población civil.

Cuentan los presentes en el servicio de urgencias del Hospital Nacional (el más grande de la ciudad) que un hombre con la ropa manchada de sangre y barro llegó con uno de los grupos de heridos y acompañantes desde Al-Qahtaniyya y se puso a dar vueltas sin rumbo dentro de la sala de espera. No estaba herido, pero sí muy confuso. Pronunciaba frases sin sentido y sollozaba. De repente empezó a gritar y a golpearse con una fuerza brutal, y antes de que la gente que se encontraba a su alrededor lograse agarrarlo e impedir que se hiciese más daño había sacado algo de su bolsillo y lo rompió con saña. Era un libro de familia; un obús había despedazado su casa matando a su esposa y a todos sus hijos.

Aparte de lo sangrante y doloroso de la situación, a uno le es imposible evitar ver un lado brutalmente poético en lo que hizo el hombre. Éste, rompiendo el libro de familia, había roto también todo vínculo burocrático entre lo que fue su familia y el “Estado”, cuyo “Ejército Nacional” le había arrebatado para siempre a los suyos. Es extremadamente difícil hacer algo poético con un libro de familia, un documento que en Siria es sinónimo de colas para conseguir bonos de azúcar o arroz, o para apuntar a los niños en el colegio, o para las pocas gestiones burocráticas que un menos de 15 años ha de hacer. El libro de familia no es como el pasaporte, ya que éste último, mucho más elegante, aparece intensamente en las aproximaciones poéticas de los sirios (y de los árabes en general). Es el documento de alejarse, de huir. Es símbolo del exilio, de la emigración, de la distancia. El pasaporte tiene el simbolismo burocrático de la añoranza, pero el Libro de Familia solo tiene la carga de un documento cuyo uso es proporcional al grado de pobreza y miseria.

Está claro que el pobre hombre no tenía ni intención ni interés en hacer nada simbólico o poético. Tampoco tenía esta intención aquel hombre que le aseguraba a los Shabbiha que su mujer era “Mi alma, la corona de mi cabeza” entes de que éstos lo liquidaran. Es el significado y el impulso de que su expresión traspase la carne y la sangre.

14.1.13

Mi alma, la corona de mi cabeza..


La víctima

Se ve el asfalto polvoriento de una calle que luego sabremos que está en Aleppo. Un hombre en calzoncillos blancos está tirado en el suelo con las manos atadas. Está sucio y ensangrentado, y recibe unos cuantos palos de uno de los soldados que lo rodean antes de que otro soldado comience a arrastrarlo por los brazos atados. No es fácil determinar la edad de este hombre, quizá entre 40 o 50 años, pero su estado hace difícil asegurarlo.

Mientras lo arrastran por el asfalto tapizado con polvo, tierra, suciedad varia y algún que otro casquillo, le siguen cayendo palos. Uno de los soldados recuerda a sus compañeros que no está permitido dispararle, y comienza una discusión macabra sobre si los golpes que está recibiendo están dificultando su arrastre. El hombre está aturdido, rozando un desmayo en el que acaba cayendo durante unos largos segundos, pero antes de eso repite que sus hijos son lo más valioso que tiene.

El soldado que lo arrastra le exige a uno de sus compañeros que lo ayude a arrastrarlo, y entre los dos logran levantar al hombre que, tras unos pasos dificultosos, vuelve al suelo incapaz de vencer a esas rodillas dobladas por el cansancio, o el miedo, o ambas cosas. El que arrastraba primero decide parar y pedirle un cuchillo a sus compañeros para cortar el cable con el que tienen maniatado al hombre; era más fácil arrastrarlo entre dos. Antes de eso no se olvida de pisotearle la cara y el pecho. El enfoque sube en algún momento y se ven, al lado de los uniformados, otros jóvenes armados vestidos de civil; los Shabbiha, las milicias de matones paramilitares.

Continúa el arrastre del hombre por una asfalto en el que empiezan a verse las marcas de las cadenas de los tanques con más claridad. El prisionero ha vuelto a perder el conocimiento, y los soldados siguen recordándose que todavía no se le puede disparar, y uno de ellos habla de “machacarlo cuando lleguemos arriba”. En medio de este diabólico trayecto el hombre recupera el conocimiento y empieza a rogarles a los soldados que le dejen despedirse de sus hijos, que están en su casa, en Al Quattane -un barrio popular de Aleppo-, explica el hombre a los soldados.

De repente se vuelven a pararse porque se han encontrado con otros soldados, y el que está filmando enfoca la cara del hombre, que sigue suplicando que le dejen despedirse de sus hijos. Ahí, con tono de estar divirtiéndose, el que filma le dice al hombre:”Te llevo a junto tus hijos si a cambio me follo a tu esposa”. El hombre se queda callado unos instantes, y, aturdido y confuso, le contesta:”Por Dios, mi esposa es mi alma, y mis hijos también, es mi prima, mi mujer, mi alma, la corona de mi cabeza (una expresión de cariño)”. El mismo diálogo se repite dos o tres veces hasta que uno de los soldados con los que se cruzaron se le acerca al hombre y le da una patada en la cabeza mientras le pregunta a los soldados que lo llevaban si querían liquidarlo ahí mismo. El que lleva la cámara dice que no y se vuelve para recordarle a uno de los compañeros que no hay que matar al hombre por ahora porque el coronel lo quería ver antes, pero el que preguntó hace caso omiso y arrastra rápidamente al hombre entre las risas de los otros soldados. El cámara no logra más que seguir la estela de polvo que deja detrás el desconchado cuerpo del hombre antes de que se escuche un sonido seco y contundente. Uno de los soldados espeta:”¡Ahí va!”, y otro dice divertido:”Te acabas de follar a su madre” (Termino que, claramente vulgar, indica que le acaba de hacer un gran daño), un tercero se acerca al cuerpo del hombre y dice no estar seguro de que esté muerto. El vídeo no deja ver qué le hicieron al hombre, pero, por lo que ya se observó como una macabra tendencia en otras grabaciones filtradas, lo más probable es que le lanzaran un bloque de hormigón sobre la cabeza. La grabación termina con la voz del que filma discutiendo sobre qué había ordenado el coronel y el general antes de exigirle al que había matado al pobre hombre que fuera a explicarle al coronel lo que había sucedido.

Este relato cuenta el contenido delúltimo vídeo filtrado de los teléfonos y las cámaras de los soldados y los Shabbiha. Unas filtraciones que comenzaron desde los primeros días del levantamiento popular, y que se han multiplicado a lo largo del último mes. Los soldados suelen intercambiar estas grabaciones como si fuesen trofeos de guerra, y esto hace posible que lleguen a manos de los rebeldes cuando capturan a soldados o matones, pero éste no es el único método de obtenerlos, ni siquiera es el más frecuente: hay soldados que ofrecen estos vídeos a activistas y a medios de comunicación a cambio de dinero, o simplemente para que le recuerden ese favor cuando caiga el régimen. No sabemos cómo se filtró este vídeo, ni sabemos de cuándo es, pero los diálogos entre los soldados y con el hombre quizás superen los momentos más bestias y macabros de la mente de Tarantino, pero con una diferencia enorme: Esto es Siria, y lo otro es ficción.