Si un par de palabras son capaces de definir la situación política del Líbano en las últimas semanas éstas sin duda serían "tensa espera".. Se espera que sea en septiembre cuando el tribunal internacional encargado de investigar el asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri en 2005 anuncie su lista de acusados, y se espera que el dedo acusador de la "justicia internacional" señale a Hezbollah. Todas las partes activas en el Líbano, tanto interiores como extranjeras, saben que un escrito así podría ser el detonante de una nueva guerra civil en el país de los cedros.. una guerra que habría que considerar la antesala del enfrentamiento directo entre EEUU e Irán, los potentes patrocinadores de los bandos enfrentados en el país.
Hasan Nasrallah, líder de Hezbollah, ha rechazado la oferta de "entendimiento" sobre el tribunal internacional del bando pro-saudí (y por tanto pro americano) de Saad Hariri, hijo del político multimillonario asesinado en 2005 y presidente del gobierno de unidad nacional y líder del partido futuro al renovar su rechazo a dicho tribunal, que considera un mero instrumento político en manos de EEUU e Israel.
En su esperadísima conferencia de prensa del 9 de agosto, Nasrallah ha presentado lo que considera "indicios importantes" de la implicación de Israel en el asesinato de Hariri, un asesinato que provocó un terremoto político en toda la zona de consecuencia gravísimas todavía palpables, sobre todo en lo relacionado con Siria, que mantenía un importante número de soldados en el Líbano desde 1976 y que retiró apresuradamente bajo la presión internacional en las semanas posteriores al magnicidio. Uno de los primeros golpes que recibió la credibilidad de este tribunal fue precisamente en relación con su actividad en la investigación de la hipótesis de la responsabilidad siria, ya que fueron admitidos testimonios discutibles de varios supuestos testigos, dichos testigos resultaron ser falsos, aun así no fueron perseguidos ni investigados para descubrir quién pretendía implicar a Siria sino que fueron apartados de la escena y puestos bajo la protección de los servicios secretos europeos, sobre todo el francés.
Con los indicios presentados hace unos días Nasrallah ha pretendido defenderse atacando, su mensaje no va dirigido a acusar a Israel directa y claramente tanto como a demostrar que el tribunal internacional sólo quiere dar validez a la hipótesis de la autoría del partido-milicia Chií y no ha investigado otras vías aun habiendo motivos importantes para hacerlo, lo que confirma, en su opinión, que este tribunal está completamente politizado y se está usando de pretexto para atacar a la resistencia libanesa sirviendo intereses americanos e israelíes.
Saad Hariri, hijo del asesinado y actual presidente del gobierno, se encuentra también en una situación difícil.. Se le acusa de dar cobertura legal para destruir el país con su apoyo al tribunal internacional que investiga el asesinato de su padre, y por ello ha intentado abrirse a Siria y a las fuerzas políticas pro sirias en el país con ayuda de Arabia Saudí aprovechando la mejora de las relaciones entre la monarquía saudí y el régimen sirio.
Las filtraciones procedentes del tribunal internacional sobre la intención de acusar a Hezbollah del asesinato de Hariri aparecieron por primera vez en Dier Spiegel hace más de un año causando una nueva tormenta política, dicha teoría fue abrazada por el ejecutivo israelí enseguida, lo que enfureció a los círculos políticos y mediáticos afines a Hezbollah, que consideraron esta postura entusiasmada de Israel como una prueba más de que la parcialidad del tribunal. Se siguen buscando soluciones que eviten una catástrofe, pero el nerviosismo crece según se acerca la fecha del posible anuncio de las acusaciones, y realmente no es para menos.
Uno de los gestos políticos más llamativos fue la oferta pública de Saad Hariri a Hezbollah hace unas semanas en la que prometía no dar validez a una acusación que se dirija a toda la formación y que consideraría que los ejecutores fueron elementos descontrolados que no representan a Hezbollah, con lo cual Hezbollah sólo tendría que entregar a los acusados para quedar libre de toda acusación, Nasrallah ha rechazado tajantemente esta oferta y ha asegurado que en su partido no hay "elementos descontrolados" y aseguró que toda acusación dirigida contra su partido o contra cualquier oficial de su milicia será tratada como una agresión de la cual se defenderá sin contemplaciones.
Los días pasan y la tensión crece, y viendo el contexto internacional y la tensión entre Irán y EEUU no es ilógico el pesimismo al pensar en el futuro directo del Líbano, un país que parece que sólo sale de una guerra para entrar en otra.