Todavía es motivo de risa - uno de los pocos- volver a escuchar la explicación que daba en la BBC Reem Haddad, directora de la televisión estatal siria, de porqué miles de sirios están cruzando la frontera con Turquía en la zona de Jisr-AlShoghour. Para Haddad no fue problema anunciar que toda esta gente no son refugiados huidos del baño de fuego del ejército sirio, simplemente cruzaron la frontera porque tienen parientes al otro lado de la misma y les apetecía hacerles una visita. Pese a la gracia que produce escuchar semejante justificación barata no hay que extrañarse mucho, ya que desde el inicio de las protestas en Siria la reacción del régimen ha sugerido a los observadores que hay una única explicación: La Conspiración, y una única solución: La mano dura. El aparato de propaganda, con ademanes y técnicas dignas de la época embrionaria del telón de acero, se dedica simplemente a darle la forma al mensaje de acompañamiento, y este no tiene la obligación de ser convincente, ni siquiera ser lógico, simplemente tiene que ser leal y demostrar su lealtad. Eso fue lo que hizo la señora Haddad, quién probablemente, consciente de la barbaridad que estaba soltando, sólo le importaba demostrar que es capaz de defender lo indefendible. Lealtad, le llaman.
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Me contaba un amigo en Facebook ayer lo mucho que le dolió ver las imágenes de los refugiados sirios al otro lado de la frontera (como en la imagen superior), y que el corazón se le rompió cuando escuchó “refugiado sirio”. Le digo que realmente el término no es nuevo, ya que los que huyeron del Golán tras la invasión israelí en 1967 siguen siendo refugiados. También lo son los más de 700000 agricultores y ganaderos desplazados que han abandonado sus terrenos desertificados en los últimos años en busca de otra alternativa para sobrevivir, sin ningún apoyo más que el de algunos activistas, en los cinturones de pobreza de las grandes ciudades, que precisamente es donde más manifestaciones se producen ahora (Espero que algún día se pueda leer en El País un análisis de este fenómeno y su efecto en las revueltas sirias en lugar de explicaciones facilonas sobre filias religiosas y sectarias o comparaciones entre el clan Asad y los Corleone). Mi amigo responde que no es lo mismo, que los casos anteriores eran sirios dentro de siria, no sirios que huyen de Siria. No trataré de hablarle de los millones de emigrantes sirios en todos los lugares del mundo.
Mi amigo es, como otros muchísimos sirios, de esos que se refugian en un discurso patriotero, casi chovinista, vacío de contenido y estéril de respuestas, que repite que “Siria es más importante que todos” o “Siria está por encima de todo” para no posicionarse, sin importarle igualar a verdugo y víctima, tanto en elogios como en culpas. Es de estos que revisten una trinchera de neutralidad desquiciante con la bandera. “Yo no me decanto ni por el régimen ni por la oposición, me decanto por Siria” me repite hasta el cansancio, y yo reprimo las ganas de pedirle que me diga hacia qué Siria se decanta, cómo es y cómo se gobierna y cómo se vive en ella. No hay que ser duro con este tipo de gente, porque también son, a su manera, refugiados que huyen de una avalancha de preguntas sin respuesta hacia la Metadona patriotera.
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Se comentó ayer, sin llegar a confirmarse, que Reem Haddad había sido destituida tras su “triunfal” aparición en los medios ingleses. Puede ser que haya parecido excesivo el entusiasmo de la señora Haddad al defender al régimen, igual que pareció excesiva (e inaceptable) la tristeza de Samira Al-Masalma, ex directora del periódico estatal "Teshreen", que no pudo mostrar suficiente entusiasmo en la defensa del régimen tras el asalto a Daraa, su ciudad natal, durante una intervención televisiva, e incluso se atrevió a decir que “alguien tendrá que responder por lo ocurrido”. A Masalma no le valió de nada el haber sido durante años una de las mejores “Trompetas” del régimen sirio (En Siria se les denomina “Trompetas” a los portavoces y defensores del régimen sirio en los medios de comunicación) ya que fue cesada inmediatamente de su cargo tras la intervención en Al-Jazeera y nada se supo de ella, públicamente, desde entonces.
El régimen sirio quiere todo en su justa medida, ni más de lo conveniente ni menos. Excepto cuando se trata se sangre, dolor y miedo. Cuanto más, mejor.
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Imagen: Campo de refugiados sirios en el lado turco de la frontera (fuente)