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23.5.11

Acerca de las Sanciones Europeas al Régimen Sirio

En su reunión de hoy, los ministros de exteriores de la UE han acordado imponer una nueva remesa de sanciones contra varias figuras del régimen sirio, incluyendo esta vez al presidente Asad, quien se une, junto a otras nueve personalidades, a una lista de prohibición de entrada a la UE y congelación de activos. Con esto, la UE reproduce las acciones que anunció EEUU el pasado día 18 contra el presidente y otros seis altos cargos del régimen.

Estas acciones suponen, en opinión de los ministros de exteriores de los 27, una respuesta a la represión brutal y sanguinaria que vienen sufriendo las protestas en contra del régimen desde su inicio el 15 de marzo, justo un día antes de que la ministra de exteriores de España, Trinidad Jiménez, avalara desde Damasco los supuestos planes “reformistas” que le expusieron sus colegas sirios y asegurara comprender que “existen ritmos diferentes teniendo en cuenta las circunstancias diferentes que hay en cada país". Este argumento era justo el mismo que utiliza el régimen sirio para justificar la ausencia de reformas desde hace muchos años.

Es comprensible (y de agradecer) que la primera respuesta del observador externo europeo sea el apoyo a un ejercicio de presión sobre el régimen sirio, cuya brutal represión de las protestas populares ha causado ya alrededor de mil muertos, aparte de miles de heridos y detenidos, pero antes de tomar esta postura invitaría a reflexionar un poco sobre el papel de la UE en el marco de la zona árabe y plantearse si realmente se le puede atribuir una posición moral que le permita impartir doctrina en materia de derechos y libertades humanas.

Hasta hace más o menos un año, Siria era candidata para firmar con la UE un convenio de asociación y colaboración similar al que ya tienen países como Marruecos, Túnez, Egipto e Israel, y siendo cierto que el convenio contenía referencias (no vinculantes) al respeto de los derechos humanos y las libertades, hay que decir que este convenio no se firmó por negativa del gobierno sirio, que esgrimió razones de interés económico para rechazarlo. Cuesta comprender como sólo hace un año se planteaban tratados de asociación con un régimen al que ahora se sanciona.

El papel de la UE, ya sea como conjunto o por separado, ha sido discreto y flojo con respecto a las revoluciones de Túnez y Egipto, llegando a lo vergonzoso en el caso de Francia, quién ofreció ayuda al régimen tunecino para reprimir las revueltas durante las primeras semanas, y cuyos ministros quedaron con muy mala imagen tras saber de la afición de algunos de ellos a disfrutar de lujosas vacaciones por cortesía de los esbirros de tiranos poco recomendables democráticamente como Mubarak y Ben Alí.

Tanto la UE como EEUU carecen de argumentos para presumir de efecto democratizador en la región, más bien todo lo contrario. El uso inmoral y cínico de las causas de la libertad y la democracia que han hecho, basándose en puros intereses políticos (se exige el respeto de los derechos humanos sólo cuando conviene y a quién no es aliado) ha desvirtuado por completo estos términos y los ha convertido en sinónimos de injerencia o intervención interesada, y siempre está el ejemplo iraquí para chantajear a la población civil y argumentar que es mejor aguantar a un tirano propio que “sufrir” la “democracia a la occidental”, y sino que se lo pregunten a los iraquíes o a los afganos.

Otro motivo más, y quizá el más poderoso, para deslegitimar el papel de la UE en la región es su política tolerante con respecto a los continuos atropellos de los derechos humanos que comete Israel contra la población palestina, y como ejemplo basta con recordar la lamentable abogacía en forma de artículo que firmaron 3 ministros de exteriores de la UE (entre ellos el español) hace casi un año con motivo del ataque del ejército israelí contra la Flotilla de la Libertad.

No creo que este rechazo al intento, hipócrita a mi entender, de la UE (y de EEUU) de erigirse (otra vez) como defensores de la democracia y las libertades deba sorprender, y no se debe para nada a un arrebato nacionalista sirio que rechaza la “ayuda” del “ajeno” contra el “propio” por muy malo que sea este. Soy opositor al régimen del Asad y pienso que este está cometiendo una carnicería contra el pueblo sirio, pero también pienso que la lucha contra la dictadura es ante todo una lucha moral y de principios en la que no vale todo (ni tampoco sirve.. Irak, Libia y Afganistan son ejemplos). Aun cayendo en el riesgo, nada temido por mi parte, de ser demasiado idealista he de decir que el apoyo que quiero para pueblo sirio (y para todos los pueblos árabes) es de los que salieron a las calles a gritar “No a la Guerra” y no el “apoyo” de quién ahora bombardea a Gadafi cuando le estaba vendiendo armas y comprando petróleo (y muy buen precio, por cierto) sólo hace 4 meses.

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