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16.12.08

No es heroísmo, es desesperación


He de admitir que mi capacidad para oír sandeces flaquea por momentos, y ayer especialmente he tenido que interrumpir mi seguimiento a dos tertulias mediáticas debido a la alteración en mi paz interior causada por afirmaciones demagógicas de algunos tertulianos, a digo “afirmaciones” porque no eran opiniones personales de debido respeto siempre sino una suerte de sentencias rotundas.


Ambas tertulias iban sobre el mismo tema: El periodista que lanzó sus zapatos contra Bush en su última visita a Irak, con lo cual el tema me tocaba de cerca y no existía la opción de la neutralidad para mí, lo cual no significa que no sea objetivo ya que son conceptos bien diferentes.


Empecemos por orden cronológico: La primera “espantada” fue de la tertulia de Las Mañanas de Cuatro, en concreto el momento en el que Ángela Vallvey comenzó a hablar. He de admitir que esta escritora de éxito no es precisamente santa de mi devoción por razones obvias, pero el día de ayer se superó a sí misma y se lució demasía afirmando, en referencia a la reacción de Bush ante los zapatazos que:”Bush reaccionó desde una ideología de la libertad frente a la barbarie integrista”.


Lo de la “barbarie integrista” lo dejamos para más adelante, por ahora me gustaría hablar de la “ideología de la libertad”.


No tengo muy claro si la señora o señorita Vallvey y servidor hablamos el mismo idioma, parece que no, porque monopolizar la libertad de esa manera y atribuirla aunque sea simbólicamente a alguien como Bush no entra en mi léxico ni en mi lógica. Estamos hablando de alguien que ha matado a más de 150000 civiles en Irak y Afganistán en operaciones militares que sí eran zapatazos, pero contra la legalidad internacional y contra la mínima lógica del sentimiento humano. Estamos hablando del creador del limbo jurídico más atroz desde hace décadas. Un tío que autorizó secuestros ilegales de ciudadanos de todo el mundo, entre ellos europeos, y que eran tan chapuceros que en varias ocasiones se “interceptó” a la persona errónea. Le atribuye la ideología de la libertad al presidente que quebrantó las normas de protección de personas en su propio país autorizando verdaderos atropellos a su constitución al autorizar las detenciones prolongadas y las escuchas ilegales por motivos “de seguridad”.


¿Es este “El Libertador”? Arriba la esclavitud entonces.


A Irak no saben ni ellos porqué han ido (me refiero a la excusa mediática), pero a Afganistán fueron en teoría para acabar con la tiranía talibán y ahora mandan ellos allí. Pues bien, me gustaría que me explique la corte intelectual del libertador yankee cómo es que Sayed, un chico afgano de 23 años detenido por bajarse de Internet unos artículos críticos con ciertos pasajes del Corán, haya sido condenado a muerte y luego conmutada la pena por 20 años de cárcel. ¿Es esa la libertad que llevó EEUU a Afganistán?


En fin…


La segunda “espantada” fue de la tertulia de Hora 25, de la Cadena Ser. Y la verdad es que me quedé con las ganas de llamar y pedir aclaración o rectificación.


Tenía la palabra el veterano periodista Carlos Mendo, que tanto sabe que a veces se pasa. No pretendo poner en cuestión la sabiduría de tan prestigioso periodista, pero puedo decir que no tiene ni idea de oriente próximo, y que hace daño a su credibilidad hablar de lo que no sabe.


El buen señor, en su afán de siempre, el de atribuir cualquier movimiento de rechazo a EEUU y sus tentáculos al integrismo islámico, hizo un razonamiento ridículo. Según él, el periodista era de Ciudad Sadr, arrabal bagdadí a la vez que feudo de Muqtada Al-Sadr, líder del Ejército del Mahdi, milicia Chií que cae bien al establishment americano por momentos, ergo: El periodista era un integrista Chií.


Empecemos a replicar con lo de Ciudad Sadr, suburbio bagdadí construido en los años 50 con el nombre de “distrito de la revolución”, mas tarde, con El Sátrapa Baathí gobernando, se le cambió el nombre a “Ciudad Saddam”. Tras la invasión aliada se le puso el actual nombre en memoria de Mohammad Baquer Al-Sadr, padre de Muqtada y clérigo Chií contario a Saddam.


Es y era un barrio pobre, así que la familia de dicho periodista vivía allí como tantas familias Chíes, Kurdas y Sunníes oprimidas durante la época de Saddam, pero este barrio no pasó a ser un gueto chií hasta después de la invasión, así que vivir allí no significa ser adepto a Muqtada, al igual que ser de Ferrol no convierte a uno en franquista.


Pasamos a hablar del periodista en cuestión, para empezar, es militante comunista acérrimo, con lo cual incidir mucho en la confesión religiosa de su familia no tiene nada de sentido, además, siempre fue un defensor de la unidad nacional y contrario a la política de segregación sectaria promovida en muchos pasajes por la administración americana (¿Divide y vencerás?), es muy crítico con las milicias de Muqtada y fue victima de un secuestro por parte de la insurgencia. ¿Suficiente?


No trato de justificar lo que hizo, lo que me parece mal es que siempre sea lo mismo, el zapatazo a Bush es una barbarie terrorista, pero el zapatazo a la legalidad internacional no, eso es “estrategia geopolítica”.


Y ya que estamos, no me parece un héroe, sino que veo en él la desesperación del pueblo iraquí, y no consigo pensar en que alguien arriesgue su vida y su libertad únicamente para desahogar su ansiedad lanzando su zapato al culpable de la destrucción de su país y la muerte de su pueblo sin que sienta una inmensa pena así como todo el desprecio del mundo hacia los causantes.


Creo que Muntadar debe ser liberado de inmediato, por coherencia jurídica, porque los autores de la animalada de Abu Graib están libres, y son autores de algo muchísimo mas atroz.


Lo dicho, algo de objetividad periodística, por favor, que no todo morito andante es fanático islámico por mucho que cueste entenderlo a algunos.