Aparte de la represión sanguinaria y la utilización de tanques y munición viva contra la población civil, las milicias del régimen, ya sean del ejército o las fuerzas de seguridad o "voluntarios" partidarios del dictador, se recrean humillando y pegando a los manifestantes que son detenidos. Hay muchos testimonios y partes médicos sobre las consecuencias de lo que ocurre en los sótanos de las comisarías de las fuerzas de seguridad, y por supuesto no hay testimonio gráfico de los festines de tortura. Sí que hay vídeos de cómo se divierten los esbirros del régimen maltratando a los manifestantes, y por supuesto esto no es nada comparado con lo que luego ocurre en las comisarías y las prisiones.
Los dos primeros vídeos están grabados por los propios esbirros del régimen. Puede que este dato sorprenda en un principio, pero en realidad no tiene nada de extraño. Estos matones filman sus fechorías para luego presumir de ellas, y al no tener la conciencia de que están haciendo algo malo ni temer represalias o castigos no tienen reparos en colgar estos vídeos en redes sociales o pasarlas a amigos. De amigo a amigo se acaba difundiendo. En otros casos estas grabaciones fueron vendidas a activistas locales o a periodístas.
El primer gran caso de auto- difusión de crímenes fue en Baida (el vídeo de arriba), cerca de la ciudad portuaria de Banias, cuando un miembro de las fuerzas de seguridad grabó el trato bestial al que eran sometidos los habitantes del pueblo. Durante los primeros días el régimen negó la autenticidad de la grabación, e incluso recurrió a supuestos "expertos" rusos para asegurar que estaba trucado y que en realidad había ocurrido en Irak años atrás. Más tarde, y tras otro vídeo que demostraba la autenticidad del anterior así como un fallo extremadamente tonto de la televisión siria, que emitió una entrevista con uno de los chicos torturados que aparecen en el vídeo para negar que este hubiera sido asesinado, el régimen admitió la veracidad de lo filmado y prometió investigar y sancionar a los culpables. Esto último, por supuesto, no ha ocurrido.
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