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14.1.13

Mi alma, la corona de mi cabeza..


La víctima

Se ve el asfalto polvoriento de una calle que luego sabremos que está en Aleppo. Un hombre en calzoncillos blancos está tirado en el suelo con las manos atadas. Está sucio y ensangrentado, y recibe unos cuantos palos de uno de los soldados que lo rodean antes de que otro soldado comience a arrastrarlo por los brazos atados. No es fácil determinar la edad de este hombre, quizá entre 40 o 50 años, pero su estado hace difícil asegurarlo.

Mientras lo arrastran por el asfalto tapizado con polvo, tierra, suciedad varia y algún que otro casquillo, le siguen cayendo palos. Uno de los soldados recuerda a sus compañeros que no está permitido dispararle, y comienza una discusión macabra sobre si los golpes que está recibiendo están dificultando su arrastre. El hombre está aturdido, rozando un desmayo en el que acaba cayendo durante unos largos segundos, pero antes de eso repite que sus hijos son lo más valioso que tiene.

El soldado que lo arrastra le exige a uno de sus compañeros que lo ayude a arrastrarlo, y entre los dos logran levantar al hombre que, tras unos pasos dificultosos, vuelve al suelo incapaz de vencer a esas rodillas dobladas por el cansancio, o el miedo, o ambas cosas. El que arrastraba primero decide parar y pedirle un cuchillo a sus compañeros para cortar el cable con el que tienen maniatado al hombre; era más fácil arrastrarlo entre dos. Antes de eso no se olvida de pisotearle la cara y el pecho. El enfoque sube en algún momento y se ven, al lado de los uniformados, otros jóvenes armados vestidos de civil; los Shabbiha, las milicias de matones paramilitares.

Continúa el arrastre del hombre por una asfalto en el que empiezan a verse las marcas de las cadenas de los tanques con más claridad. El prisionero ha vuelto a perder el conocimiento, y los soldados siguen recordándose que todavía no se le puede disparar, y uno de ellos habla de “machacarlo cuando lleguemos arriba”. En medio de este diabólico trayecto el hombre recupera el conocimiento y empieza a rogarles a los soldados que le dejen despedirse de sus hijos, que están en su casa, en Al Quattane -un barrio popular de Aleppo-, explica el hombre a los soldados.

De repente se vuelven a pararse porque se han encontrado con otros soldados, y el que está filmando enfoca la cara del hombre, que sigue suplicando que le dejen despedirse de sus hijos. Ahí, con tono de estar divirtiéndose, el que filma le dice al hombre:”Te llevo a junto tus hijos si a cambio me follo a tu esposa”. El hombre se queda callado unos instantes, y, aturdido y confuso, le contesta:”Por Dios, mi esposa es mi alma, y mis hijos también, es mi prima, mi mujer, mi alma, la corona de mi cabeza (una expresión de cariño)”. El mismo diálogo se repite dos o tres veces hasta que uno de los soldados con los que se cruzaron se le acerca al hombre y le da una patada en la cabeza mientras le pregunta a los soldados que lo llevaban si querían liquidarlo ahí mismo. El que lleva la cámara dice que no y se vuelve para recordarle a uno de los compañeros que no hay que matar al hombre por ahora porque el coronel lo quería ver antes, pero el que preguntó hace caso omiso y arrastra rápidamente al hombre entre las risas de los otros soldados. El cámara no logra más que seguir la estela de polvo que deja detrás el desconchado cuerpo del hombre antes de que se escuche un sonido seco y contundente. Uno de los soldados espeta:”¡Ahí va!”, y otro dice divertido:”Te acabas de follar a su madre” (Termino que, claramente vulgar, indica que le acaba de hacer un gran daño), un tercero se acerca al cuerpo del hombre y dice no estar seguro de que esté muerto. El vídeo no deja ver qué le hicieron al hombre, pero, por lo que ya se observó como una macabra tendencia en otras grabaciones filtradas, lo más probable es que le lanzaran un bloque de hormigón sobre la cabeza. La grabación termina con la voz del que filma discutiendo sobre qué había ordenado el coronel y el general antes de exigirle al que había matado al pobre hombre que fuera a explicarle al coronel lo que había sucedido.

Este relato cuenta el contenido delúltimo vídeo filtrado de los teléfonos y las cámaras de los soldados y los Shabbiha. Unas filtraciones que comenzaron desde los primeros días del levantamiento popular, y que se han multiplicado a lo largo del último mes. Los soldados suelen intercambiar estas grabaciones como si fuesen trofeos de guerra, y esto hace posible que lleguen a manos de los rebeldes cuando capturan a soldados o matones, pero éste no es el único método de obtenerlos, ni siquiera es el más frecuente: hay soldados que ofrecen estos vídeos a activistas y a medios de comunicación a cambio de dinero, o simplemente para que le recuerden ese favor cuando caiga el régimen. No sabemos cómo se filtró este vídeo, ni sabemos de cuándo es, pero los diálogos entre los soldados y con el hombre quizás superen los momentos más bestias y macabros de la mente de Tarantino, pero con una diferencia enorme: Esto es Siria, y lo otro es ficción.