Tanque del ejército del régimen en las calles de Aleppo (redes sociales) |
En
Siria ya solo se escuchan las balas y explosiones, y solo se huele la
sangre y la muerte. La polítca, a falta de voluntad local, regional
e internacional para buscar una solución pactada, se limita a lo
mismo que hacen millones de sirios: a sobrevivir y esperar.
Aleppo
y otras batallas
La
entrada de Aleppo, la segunda ciudad del país en importancia
política y económica, al club de las ciudades en armas contra el
ejército de Al-Asad ha marcado una ángulo ascendente en el diagrama
de los acontecimientos, y muchos analistas ya hablan de La Batalla de
Aleppo como una de las estaciones finales en el recorrido.
Exageraciones aparte, nadie duda de que la pérdida de Aleppo será
un golpe irreparable para el régimen, en cambio una derrota de los
rebeldes no supondría un golpe de igual dureza. La Guerra de
Guerrillas siempre es más difícil para los ejércitos regulares.
Declaraciones
de los entusiasmados portavoces del Ejército Libre sobre que
controlan ya el 60% de la ciudad aparte, lo cierto es que sí que
controlan gran parte de los barrios más populares, y lo que quizás
sea más importante: La mayoría aplastante del rural de la
provincia. El ejército del régimen solo está presente ahí en
forma de patrullas esporádicas que casi siempre acaban sufriendo
emboscadas. Los rebeldes cuentan con la empatía y el apoyo de los
habitantes del rural y de las zonas más pobres de la ciudad, y esta
ayuda viene a cortar, hasta cierto punto, la enorme ventaja de las
fuerzas regulares en cuanto a armamento y efectivos se refiere. Unos
están luchando en casa mientras los otros se adentran en un
auténtico territorio enemigo. Esta ayuda importante de la población
viene a explicar, según opositores, la sucesión de masacres en
zonas donde el ejército regular logra entrar; Quieren castigar de
manera extremadamente dura (y por tanto ejemplarizante, creen) a los
civiles que colaboran con la presencia de rebeldes, y así convertir
a la población en un factor de repulsión de los rebeldes, ya que
rechazarían su presencia por miedo a las consecuencias. Esta teoría
no solo la encontramos en el discurso de la oposición, sino que
también forma parte sustancial del discurso explícito de los
partidarios más entusiastas del régimen.
Pese
a que la importancia de Aleppo le ha supuesto el cuasi monopolio de
las miradas mediáticas y políticas, las batallas no se limitan a la
Capital del norte. Ciudades como Aleppo, Darra, Herak, Idleb, Hama,
Deir Azzor, así como amplias zonas rurales en todo el país, viven
virulentos combates y sufren pesadas campañas de bombardeos tanto de
artillería como de aviación, y esta última ya aparece con gran
frecuencia tras la inhibición inicial de su utilización por temor a
que eso provocase el decreto de una Zona de Exclusión Aérea.
Las
consecuencias humanas de tantos frentes abiertos y de tantos
bombardeos están siendo terriblemente duras. Los números de 3
cifras en lo que se refiere al recuento de víctimas mortales diarias
ya son muy cotidianos, y los desplazados desbordan los campos de
refugiados en los países vecinos al igual que llenan casas vacías,
colegios, parques y hospitales de las pocas zonas tranquilas que
quedan en Siria. Falta de todo, y lo poco que llega de ayuda
humanitaria está muy lejos de ser suficiente.
Diplomacia
entumecida
Fuera
del campo de batalla, el trabajo político y diplomático parece más
encaminado a dar la sensación de que se está intentando algo que a
hacerlo realmente. La dimisión de Kofi Annan, enviado de la ONU y la
Liga Árabe, como consecuencia del fracaso de su plan de paz y la
retirada de los observadores internacionales del país, ha marcado
claramente lo poco que se espera de la política. Lakhdar Brahimi, un
veterano diplomático argelino, ha sucedido a Annan en sus funciones.
Los
actores regionales, más preocupados en consolidar su papel como
agentes clave en el conflicto, ya sea de un lado u otro, no paran de
lanzar iniciativas y planes que solo suenan en su propia prensa
durante un día o dos, para luego caer en el olvido. A este carrusel
de iniciativas se ha unido Egipto, que parece intentar volver a ser
un actor clave en la región a través de una propuesta de un grupo
de contacto formado por potencias regionales (Irán, Arabia Saudí,
Turquía,..) para buscar una solución consensuada. Esta iniciativa
ha enfurecido a un gran sector de la oposición siria, ya que
esperaban una posición más contundente del nuevo presidente egipcio
(que pertenece a los Hermanos Musulmanes) a favor del levantamiento
contra Al-Asad, pero los cálculos de Morsi y su gabinete parecen
dirigirse hacia mejorar una, históricamente, malísima relación
entre Egipto e Irán.
Con
sus últimas declaraciones sobre Siria, Obama ha sembrado más dudas
que certezas sobre lo que EEUU piensa hacer en Siria. El presidente
americano ha dicho que un hipotético uso del arsenal químico y
biológico sirio sería un “Punto de inflexión” en el conflicto
y “marcaría una línea roja”. Algunos opinaron rápidamente que
este es el pretexto para intervenir, sin embargo otros dijeron que
esta declaración supone todo lo contrario, ya que marca lo
inaceptable de manera clara, lo que supone que todo lo que está por
debajo es, como mínimo, tolerable. Lo cierto es que esta declaración
no es favorable para quien esperaba que se decretase una Zona de
Exclusión Aérea al menos sobre parte del territorio, sobre todo
tras la intensificación del uso de los bombarderos y cazas.
Por
su parte, Rusia lo tiene claro, y más claro que se lo deja a los
sirios y al mundo; Apoya, y seguirá apoyando al régimen de Al-Asad.