La artillería del régimen provocó
este socavón en una calle de Homs, y una tubería de agua reventada,
junto con la alegría de la infancia que, cual agua, aprovecha
cualquier grieta para brotar, han convertido el socavón en una
piscina donde los niños que quedan en estas casas destruidas pueden
chapucear, siempre que los obuses lo permitan.
¿Qué estará pensando el señor que
asiste sonriente a la estampa? ¿Quién es? ¿El padre de los niños?
¿El abuelo? ¿Serán las ruinas en las que a su sombra se sienta lo
que queda de su casa? Y si no lo son ¿Cómo habrá quedado su casa
tras el machacante bombardeo de la ciudad?
La pregunta más importante: ¿Cuánto
tiempo llevaba sin sonreír antes de que la alegría infantil le
iluminara la cara?
[Fuente]