El último tuit de Hussein Ghrer es del 16 de febrero de 2012, y trata sobre una pancarta de
apoyo al régimen que se encontró en una plaza del centro de Damasco, y
que decía: “Mientras Bashar (Al-Asad) esté bien, el mundo irá
bien”. En ese mismo día en el que el mundo iba bien, Hussein,
junto a otros doce compañeros, fueron detenidos en el asalto de lasfuerzas de seguridad a la sede del Centro Sirio de Comunicación y Libertad de Expresión. No era la primera vez que Hussein visitaba
los calabozos de los aparatos de represión del tirano; en otoño de 2011 ya había pasado largas semanas detenido.
Hussein Ghrer, ingeniero
informático de 33 años, esposo de Mais y padre de Ward y de Zein, es uno de los
blogueros sirios más veteranos, y también es uno de los más
conocidos. Antes de la revolución, cuando todavía no era fácil
encontrar blogueros residentes dentro del país que atravesasen las
líneas rojas y las barreras de miedo para tratar temas de interés
público, ya sean de política o de sociedad, Hussein era un activo
fijo en todos estos campos, ya sea para pedir la liberación de los
presos políticos, o para expresar la solidaridad con el pueblo
palestino durante los sucesivos ataques israelíes contra Gaza, o
para expresar posturas progresistas en los temas del endurecimiento
del Código Penal sirio en referencia a los mal llamados “Crímenes
de Honor” o sobre el derecho a la nacionalidad siria para los hijos
de madre siria y padre extranjero. Hussein siempre habla claro y de
manera firme. No pierde mucho el tiempo en intentar agradar con la
expresión de su credo, pero eso no impide que sea uno de los tipos
más dialogantes y sosegados en el intercambio de ideas que haya
visto en toda mi vida.
Semanas después de la
detención colectiva, la mayoría de los detenido fueron liberados con
cargos, quedando solo Hussein y otros cuatro compañeros. Las
condiciones eran duras, ya que se les sometió a aislamiento total, y
toda visita o asistencia jurídica y médica quedó prohibida. Hubo
que esperar diez largos meses hasta que se les permitiese recibir la
visita de los familiares, y fue en esta primera visita cuando Hussein
recibió la noticia del fallecimiento de Mustafa Karman, esposo de su hermana Maha y uno de los activistas relevantes en el barrio de
Bustan Al-Qasr en Aleppo. Mustafa falleció el 16 de noviembre pasado
víctima de los obuses que cayeron en el barrio mientras se estaba
celebrando una de sus conocidas concentraciones. Era el día que
Hussein Ghrer cumplía 9 meses en la cárcel, y también era el día
en el que se cumplían 43 años del ascenso al poder de Hafez
Al-Asad, padre del actual cabeza del régimen, mediante un golpe de
Estado contra sus propios compañeros del partido Baaz. Hussein le
redactó una emotiva carta de condolencia a su hermana, y ésta no
dudó en compartir sus palabras en las redes sociales; Hussein le
prometía que seguiría el camino por lograr todo lo que su cuñado
soñó en alcanzar.
No sabemos si a Hussein y
los demás compañeros que todavía están detenidos les llegó la noticia del fallecimiento de Aiham Ghazzoul, el médico de 26 años
que colaboraba con el Centro. Aiham había sido detenido con sus
compañeros aquel 16 de febrero, y había sido liberado semanas
después junto con parte de los detenidos, pero más adelante volvió
a los calabozos. Su familia supo que había fallecido hace semanas
bajo tortura, y su cuerpo sigue “secuestrado” en la morgue de un
hospital. Así es la Siria en la que Bashar Al-Asad está bien.
Puede que Hussein Ghrer en
libertad no signifique que el mundo vaya bien, pero eso asegura que
habrá alguien luchando sin descanso para que Siria sea un país
dónde haya más justicia y libertad. Hussein y sus compañeros son
un ejemplo de a qué se refería Faraj Bayrakdar, el conocido poeta
sirio que sufrió década y media los calabozos del tirano padre,
cuando dijo que un único pájaro volando es suficiente para impedir
que el cielo se venga abajo..