Paso fronterizo de Bab Al-Hawa, ayer, tras ser controlado por el Ejército Libre |
El
anuncio del régimen de que 3 de sus más altos cargos en materia
militar y de seguridad habían sido asesinados en una explosión
durante una reunión de la llamada Célula de crisis ha sido, en toda
regla, un pistoletazo de salida para que la situación se precipite
cada vez más hacia un final trágico para el régimen de Bashar
Al-Asad.
El
sonido de la artillería y los disparos ya pasan a ser habituales en
el centro de Damasco tras varios días desde los primeros
enfrentamientos en el barrio de Midan, el mismo que ha sufrido los
golpes de los morteros del ejército durante los dos últimos días.
Algunos otros barrios como Hajar Al-Aswad o Asaly han sido atacados
por los matones (o Shabbiha) como respuesta a la muerte de los tres
altos oficiales. Al mismo tiempo, ya son cada vez más las zonas de
la periferia de la capital que escapan al control del régimen.
Los
campos de refugiados palestinos en la capital han vivido también
episodios de violencia desde que estallaran en ellos grandes
protestas por el asesinato de varios jóvenes palestinos durante
manifestaciones en contra del régimen. Estos movimientos de protesta
de los palestinos han supuesto un gran problema de imagen para un
régimen que justifica todo lo que hace con la excusa de estar
“luchando por Palestina”.
Esta
escalada de violencia en la capital ha desencadenado otra gran ola de
desplazados, tanto dentro como fuera del país. Las autoridades
libanesas han anunciado hoy que más de 18000 sirios cruzaron la
frontera huyendo de Damasco en los últimos dos días.
La
pérdida de control sobre las fronteras es otro de los signos del
debilitamiento que está sufriendo el régimen, ya que las
autoridades iraquíes han anunciado hoy que el Ejército Libre
controla la totalidad de los pasos fronterizos con Siria, al mismo
tiempo que se ha sabido que las milicias opositoras se han apoderado
de dos de los tres grandes pasos fronterizos con Turquía, entre
ellos el de Bab Al-Hawa, el paso comercial más grande, cercano a
Aleppo.
La gran
ausente de las crónicas es Deir-Azzor, la mayor ciudad de la zona
este del país cumplirá dentro de poco un mes desde el inicio de un
brutal asedio acompañado de prolongados bombardeos que han causado,
aparte de centenares de fallecidos y heridos y miles de desplazados,
una enorme crisis humanitaria en la ciudad, donde escasea todo el
material básico tanto de alimentación como para sanidad.
Seguramente
sea precipitado decir que esto sea la Batalla Final, pero no hay duda
de que la descomposición del régimen ha entrado en una fase muy
avanzada, pero su capacidad de daño sigue siendo inmensamente
grande. Queda sangre por correr en Siria.