A los esbirros del régimen sirio ya no les llega con expandir su horror a lo largo y ancho de la geografía nacional. Ya no les llega derramar la sangre de centenares de sirios en la ciudad mártir de Homs, ni convertir el terrorismo de Estado en práctica habitual para eliminar a todo ser viviente capaz de ser incómodo para el reinado absoluto de una tiranía que ya dura 42 años de pesadillas.
Ya no les llega por hacerle la vida imposible a los vivos, ni acabar con la vida de centenares de ellos cada semana. Ahora le toca también a los muertos sufrir la ira y el odio de los Camisas Negras del fascismo baathista.
En su página de Facebook, el escritor disidente sirio Yassin Haj Saleh (imagen) ha comunicado que unos “desconocidos” profanaron la tumba de su madre, dejándola destrozada tras verter su odio contra el contenido de la tumba de una madre que pasó gran parte de su vida ante las puertas de las cárceles del régimen a la espera de poder visitar unos minutos a alguno de sus 4 hijos que pasaron por prisión (Yassin pasó 16 años en prisión).
Siria sufre un régimen que se empeña en demostrar que no hay límites para el odio cuando se mezcla con ansias de poder absoluto.
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